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Bombo

Por: Padre Raúl Hasbún | Publicado: Viernes 21 de agosto de 2015 a las 04:00 hrs.
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Extraordinaria ilusión y euforia reinan en la dirigencia y fanaticada colocolinas ante el anuncio de que el Gobierno de Chile estudia la posibilidad de autorizar el regreso del bombo al Estadio Monumental. Un mediocampista del cuadro de honor confesó ante la prensa que desde sus años juveniles acaricia el sueño de jugar al compás del bombo. Eso sí, los requisitos de ingreso del instrumento, así como su ubicación en el recinto y las personas responsables de su utilización, serán objeto de estrictísimas medidas de control: incumplidas las cuales, el permiso gubernamental será de inmediato negado o revocado.

Bombo es el masculino de bomba. La referencia al ruido explosivo y destructivo es obvia. Quien prohíbe y castiga severísimamente la detonación de artefactos de ruido en los estadios no puede eludir esta manifiesta implicación. Para nuestro Diccionario, bombo se dice de una persona aturdida, atolondrada por alguna noticia, exceso de sol o dolor agudo. Es lo que siente la víctima de una explosión inesperada o quien es forzado a soportar un ruido alto en decibeles e ininterrumpido en su fragor. Claramente, el uso del bombo en un espectáculo de alta convocatoria y extrema indisciplina de masas pasa a convertirse en un tema de salud pública. La contaminación acústica es tan peligrosamente letal como la atmosférica: ambas quedan incluidas en la garantía constitucional de vivir en un medio ambiente libre de contaminación.

El bombo es un tambor de gran tamaño que se golpea con una maza. Está pensado y configurado para generar el mayor ruido posible. Se utiliza en el ámbito militar y orquestal. Su connotación bélica, como solemne llamado a concentrarse y fijar toda la capacidad pasional en la destrucción del enemigo, no debería tener lugar y aplicación en una lid deportiva. Y la virtuosa, inteligente inclusión del tambor en una ópera wagneriana o sinfonía de Beethoven no resiste parangón con la despiadada tortura que el apaleo del bombo inflige a quienes tienen la desgracia de coincidir con él en un recinto de esparcimiento lúdico.

Colo-Colo goza de altísima convocatoria en los estadios y sus fanáticos suelen ser mayoría. Dispone de un plantel selecto y muy bien remunerado. Tiene todo para jugar con ventaja y por eso acostumbra ganar. La majadería en reclamar el ingreso del bombo no puede sino interpretarse como una desconfianza en los propios medios para asegurar la victoria. El equipo que "representa nuestra raza sin igual" ¿está infiriendo que por su condición endémica el chileno corazón necesita un dopaje pasional, estimulante de las zonas más tenebrosas del subconsciente humano? Y los responsables de aplicar la ley sobre Estadio Seguro ¿todavía no saben que es propio de regímenes totalitarios utilizar el bombo como instrumento de exageración ruidosa de un talento escaso, y estimulación inducida de la pasión por sobre la razón?

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